LAS VÍAS SIENTEN LAS MARCAS DE LOS 20 AÑOS DE ABANDONO

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Para poner en marcha de nuevo el Tren del Valle, necesariamente el gobierno nacional deberá invertir en renovar parte de la estructura que quedó abandonada desde 1993. Las vías entre esta ciudad y Cipolletti muestran claros signos del abandono en el que permanecieron por 20 años. Sin embargo, como lo demuestra el paso diario de las formaciones de carga, el tramo está utilizable para llevar pasajeros si se superan algunos aspectos vinculados a la seguridad vial.
Considerando sólo el aspecto material, rieles y durmientes se ven desgastados y las estructuras están renegridas por el óxido, en particular las manivelas para los banderilleros y el puente. Además, faltan barreras, cercos perimetrales y señalización. Sin embargo, el desafío más importante para poner en marcha un servicio de pasajeros parece ser otro: el descuido de automovilistas y peatones, acostumbrados a que las vías son terreno de nadie desde hace mucho tiempo.
Basta un breve recorrido para constatar que muchos neuquinos adoptaron el trayecto del ferrocarril como un espacio para salir a correr, tirar la basura, guardar el auto y hasta como punto privilegiado para pescar. Hará falta mucha educación e información para cambiar prácticas que ya forman parte del folclore local.
El recorrido que hará el nuevo tren tiene tres kilómetros del lado neuquino y la misma extensión en el ejido de Cipolletti. Hasta llegar al puente interprovincial, atraviesa buena parte del Parque Central, más los barrios Villa Farrel y Sapere, con siete pasos a nivel.
De esos cruces, en cuatro no hay barreras. Los tres pasos que tienen freno para los autos son los que están más próximos al centro: los de Chubut, Tierra del Fuego y Bahía Blanca. En estos casos, además, las estructuras están en buenas condiciones, salvo algún detalle de pequeñas roturas por vandalismo. En la intersección de las calles Linares, Saturnino Torres, Borlenghi y Alderete (el último antes del puente), en cambio, el único aviso de alarma para los conductores es la bocina del tren.
Además, en varios pasos a nivel, aún cuando hay barreras, los rieles suelen estar bloqueados por los autos que esperan cruzar, aprovechando que el tren es más un concepto abstracto que un riesgo concreto.
Con el mismo descuido caminan por las vías los peatones. Es habitual ver vecinos que cruzan sin respetar los pasos a nivel e incluso están los que usan los rieles como circuito para correr o pasear al perro. En las ciudades con servicio ferroviario, esto se evita con un alambrado a cada lado, pero en Neuquén ese cerco no existe. Tampoco del lado de Cipolletti, aunque en la vecina ciudad más de la mitad del trayecto pasa por una zona semirrural, donde rara vez hay personas de a pie.
Con menor frecuencia, también están los neuquinos, en general jóvenes, que aprovechan el solitario puente ferroviario para pescar o improvisar acrobacias. Pese a que hay un cartel en el acceso que recuerda el peligro del paso del tren de carga, que tiene dos frecuencias diarias, el ocio silencioso de las vías durante gran parte del día parece ser más convincente que las advertencias.
Otra muestra del poco respeto de los neuquinos por los peligros del tren es que, frente a la vieja estación en el centro de la ciudad, suele haber autos estacionados en 45º, a apenas un metro de los rieles.
También, con los años, las vías se fueron cubriendo de basura y escombros que arrojan los propios vecinos. La acumulación de residuos es mucho más notoria del lado cipoleño, donde se llegan a formar pequeños basurales malolientes, imperceptibles desde la calle gracias a los altos matorrales de los alrededores. En el tramo neuquino, si bien no se llega a este punto, hay varios sectores en los que los rieles están tapados con restos de ladrillos y baldosas, además de abundar los cartones, latitas y botellas plásticas.

Y, si el futuro tren interurbano incluye recorridos nocturnos, otro punto a tener en cuenta será la iluminación. Hoy, al terminar el Parque Central, las vías son una boca de lobo. Recién vuelven a tener luz pública pocas cuadras antes de la estación de Cipolletti.
La inversión que anunció el gobierno nacional para acondicionar las vías requerirá, por lo tanto, de una fuerte campaña de concientización y prevención de accidentes. Es que, en una ciudad con población mayoritariamente joven, son muchos los que no alcanzaron nunca a ver el tren pasar. Para ellos, el andén de Vuelta de Obligado lleno de gente era una leyenda urbana. Si esta nueva promesa no queda en el olvido como tantas otras, el 20 de julio será la fecha en que eso empiece a cambiar.
TRES PREGUNTAS A…
Hugo Tamborindegui
Sec. gral. de La Fraternidad

1. ¿El estado actual de las vías permite que funcione un tren de pasajeros o hay algún riesgo? ¿Y qué pasará con la columna del puente que está agrietada?
Con el tema de las vías no habría inconveniente si es entre Neuquén y Cipolletti, porque están en condiciones. Tienen muchos años, obviamente, pero han tenido su mantenimiento. Desde el Ministerio del Interior hicieron una inspección y verán si queda algo pendiente por arreglar. Ellos verificaron todo, y con esa columna hay que hacer algún trabajo, pero así como está no reviste peligro ni para pasajeros ni para el tren de cargas.

2.¿Cómo se puede hacer con las barreras que faltan en los cruces?
Lo ideal serían barreras automáticas, pero es muy costoso; quizás para el largo plazo lo prevean. Hoy, la solución sería a través de ambos municipios, con banderilleros, que ahí sólo se necesita una persona con una bandera roja y otra verde, nada más.

3. ¿Y con la gente que cruza o camina sobre las vías todo el tiempo?
Creo que con la bocina del tren alcanza para que se den cuenta y no haya problemas. De todos modos, la gente va a tener que acostumbrarse al paso varias veces al día, como así también a subir al tren. Todo eso se va a ir acomodando una vez que empiece a correr.

A tener en cuenta
Algunos cruces calientes en medio de la ciudad

Uno de los efectos colaterales de la vuelta del tren a la ciudad será la mayor dificultad para cruzar del Alto al Bajo en horarios de mucho tránsito. Allí donde atraviesa una calle, la vía hoy suele estar bloqueada durante buena parte de la jornada por autos que están en fila, a la espera de la luz verde para avanzar. Si bien sucede en los siete pasos a nivel, los más caóticos son los de Tierra del Fuego, Illia, Borlenghi y Alderete. En los primeros tres casos, como las calles paralelas a la vía tienen semáforo y se trata de esquinas con gran afluencia de vehículos en todos los sentidos, en horarios pico hay que esperar hasta 20 minutos para atravesar cada uno de estos nudos viales. En cuanto a Alderete, el amontonamiento de vehículos se produce por la gran cantidad de tránsito en Ruta 22, a la altura de la rotonda de acceso a la ciudad, y los pocos metros disponibles para que aguarden los conductores que vienen por Independencia. En estos cruces calientes, con frecuencia, los automovilistas impacientes arman hasta tres hileras para ganar unos segundos más. Si dos minutos parecen hoy una eternidad, habrá que invertir en educación vial para que los neuquinos se acostumbren a aguardar al menos el doble de tiempo hasta que termine de pasar el tren.
La misma situación se produce en Cipolletti, en el paso a nivel de la calle Mengelle. Hoy, cada vez que pasa el tren de carga de la tarde, los conductores hacen oír su impaciencia con bocinazos y arrancan apurados apenas el último vagón deja un espacio libre.

LM Neuquén
13/04/15